Te perderas entre mis manos, porque no sabes caminar sola,
me llamaras cuando te hayas divorciado, porque sabrás que no puedes vivir sin mí,
me llorarás cuando me muera, simplemente porque me querías
intentaras hacerme reír, después de haberme hecho llorar
me comentaras que tienes un buen trabajo, pero que no te gusta vivir para trabajar
y así, poco a poco, me contaras otra vez el cuento de tu vida,
ese que, aunque ya lo he escuchado varias veces, sigue sin hacerse pesado
porque me parece, que en este cuento, tu y yo ya sabemos el final...
Sentido común, todos acaban igual.