Hoy me quité ese collar que tanto me ha acompañado en estos últimos dos años de mi vida y que tanta felicidad me ha dado.
Creo que llegó un momento que había aspirado demasiada negatividad, y hoy cuando me lo quité no solo pude ver que había adelgazado al pesarme en mi vieja báscula ubicada en mi cocina, sino que además, me sentí más libre y más ligero.

Y ya no os hablo de las ilegalidades que hicimos, ni las risas que lanzamos al aire sin acordarme de nada, ni tampoco de la deliciosa pizza que compartimos en aquella casa de árbol, ni las bragas de color negro que entre-mordí con mis colmillos, os hablo de algo más general, de algo más intrínseco, de algo más natural, os hablo de fluir sin pedir nada a cambio.
Y todo esto, repito, ha sido así, natural, todo lo contrario a tu despedida.