Me encendí un cigarrillo en mi casa por primera vez,
ante mi ordenador mientras escuchaba Soda Stereo,
la canción fácil de adivinar 'té para tres',
el punteo de guitarra de esa melodía es de las pocas cosas
que hoy en día consiguen que llegue al orgasmo.
Llevo comiendo miel a modo de endulce casi seis meses,
os lo confirmo: la miel no es azúcar y por lo tanto no sirve.
Es más, en el libro que me estoy leyendo actualmente
califican al azúcar como veneno,
yo tampoco quiero llegar a esos extremos en los que el radicalismo
coge forma y la racionalidad que siempre me ha caracterizado se pierde.
Veneno, te dije, veneno, te susurré puta.
Hoy quería dejar una huella en mi propia carne,
anotar que había completado algo de lo que ni siquiera mi madre,
hace ya casi cinco años, había apostado.
Y es que hoy - y ya hace unos días - me he convertido en el Daniel Negreanu
que todos los de su mundillo adoran.
Hoy apuesto todo, fuerte y sin miedo.
Coño, que he estado casi 3 años pensando que estaba apostando
y en realidad, cuando cobré, vi que los billetes eran de monopoli,
y que no había ganado nada, simplemente, había perdido algo de tiempo,
y había ganado algo de diversión, pero yo no he venido aquí a divertirme.
He venido a ganarlo todo, a conquistar tu sonrisa, a saborear tus labios,
a despertarme contigo entre sábanas blancas - que sé que son tus preferidas -,
a besarte en el cuello cuando desayunas, a mancharte de amor cuando nos de la gana,
hacerte todas esas cosas que me has pedido durante mucho tiempo,
y que yo, por miedo a vivir, he enterrado en el cofre más oscuro de mi habitación.
Sigue sonando ese maldita guitarra, ese maldito rasgado,
y no puedo más, no puedo más, te lo dije, tengo que actuar...