Éste es el comparativo que te he hecho: piedra.
Sé que no te gustaría si te lo mordiese a los oídos,
pero es lo único que puedo nombrarte ya que no te mueves,
no luchas ni sientes,
llegué a pensar que ni recordabas. Por lo tanto, piedra es tu más mejor adjetivo.
Yo (y muy pocas personas más) realmente sabemos que no lo eres,
tampoco roca ni cosa similar.
De forma suertuda he podido comprobarlo por mi mismo,
ya no te digo en estos tiempos, está claro,
pero si en tiempos pasados, cuando las hojas caían y las mirábamos con la boca abierta,
o cuando escuchábamos a los profesores y realmente el uno pensaba en el otro y el otro pensaba en el uno. Es tan sencillo y lo hemos complicado tanto. Hoy, vuelvo a partir, no te lo he comentado, ni tampoco te lo voy a comentar. Porque quiero que entiendas y sepas, que hasta que no dejes de ser una maldita piedra, no voy acariciarte.
Añado: Las piedras en México hacen rodar
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