te duché en mi bañera más minutos que a nadie,
te acaricié (no todo lo que quise) pero lo hice,
te di besos de risas, de amor y de llanto,
te llamé, te grité, te susurré, te amé y te follé,
pero cuando te fuiste empecé a sentir miedo de todo,
miedo de saber que en realidad te lo habías jugado todo por mí y, en cambio
yo no me había apostado ni lo más mínimo.
Ahora siento paz y dolor, según el día,
te imagino y me entran ganas de correr hacia donde estés y decirte eso
que nunca te he podido decir,
que has sido lo más bello y lo más eterno que he tenido,
y que ahora, después de más de 24 mensualidades
te me has ido igual que se ha ido el frío de invierno,
y es que creo que no has pensado en lo mucho que odio el verano,
este verano solitario...
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