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martes, enero 15, 2013

Another lonely day

Otro día solo. Otro día de esos que me los cojo porqué sí, porque me da la gana y porque no me apetece compartirlo con nadie. Últimamente estoy abusando de ellos, de esos días en que te levantas atrapado por un maravilloso arco iris y que acabas bebiéndote un triste té encerrado en una vieja casa de tu pueblo, y es que la vida también me enseña que ni las cosas son tan buenas, ni en realidad tan malas.
Procuro confiar conmigo mismo, y en realidad, siempre hasta ahora me había funcionado. Yo soy un tío seguro coño, uno de esos a los que es difícil llegar a oler el alma. Pero, ya nos conocemos tú y yo, que ya son años de compartirnos y aunque haya días en que tenga que ponerme mi escudo, mi casco y salir aparentar una aparente fuerza física, a veces, y lo recalco para que no sirva de precedente, puedo llegar a llorar con una maldita película de monos.
Y es que ahora ya no es todo tan sencillo, te aseguro, que si yo tuviese mejor atado todo esto hoy mismo te explicaría cómo ha empezado todo esto y cómo me gustaría acabarlo. Pero a veces, explicar las cosas no soluciona nada, y es más, puede incluso empeorarlo.

Además, ya son 25 primeras (ufff) de semiexperiencia en el campo de batalla y ayer aprendí, que un libra, no lucha, sino que planifica, y supongo que es lo que en estos momentos debo hacer, sentarme, pensar y no pensar, olvidarme y irme sin más. Bueno sin más no, es probable que te explique alguna de mis más tontas historias, de que nos comamos el aire a mordiscos porque nos gusta vacío, de que me expliques qué forma tiene hoy la luna, de si parece un melón entero o una rodaja cortada como las de tu padre, me da igual, hablaremos de mil y una cosas, pero yo seguiré en otro 'lonely day' porque supongo que ha sido un diciembre muy extraño, a veces creía que me iba a crecer otro brazo o que se me iban a caer los dientes de golpe, un diciembre de esos en que lo que menos te preocupa es el frío, y en que cualquier gesto lo conviertes en una hazaña. Y es que, tantos días contándonos las ovejitas mútuamente, impdiendome dormir como yo lo hacía antaño, como un bebé, ya no me gusta. Es probable que sea algo extraño, no te lo voy a debatir, pero lo que tengo claro es que yo no voy a luchar como ellos  porque ahora ya no lo hago como ellos, sino que lloro con ellos, algo he cambiado, o eso me repite últimamente mi madre, que al final, es la única mujer a la que realmente quiero como nadie.



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