'Estic feliç', le dije a unas de mis mejores amigas esta mañana. Y es verdad, joder, soy feliz. Pero claro tengo la sensación de estar recorriendo un sueño dulce, de esos que hacen despertarte con una leve sonrisa por la mañana.
No veo la manera de volver, no veo la manera de volver a empezar.
Por lo tanto, he decidido que soy consciente que no vivo la vida real, que no trabajo, que me ducho con agua fría mientras en la calle llueve, que bebo cerveza a todas horas (y que ni me fijo en la marca), escalo cordilleras cuando creía que a mi eso de la montaña no me gustaba por el simple hecho de haber estado construyendo castillos de arena toda la puta vida en la Costa Dorada.
Este viaje para mí no ha sido un viaje 'normal' como otro cualquiera. Este viaje ha sido 'mi' viaje. Porque no solo he tenido la oportunidad de recorrer la geografía sudamericana, no. Me he conocido a fondo, me he quitado la coraza, he afrontado problemas y he sido un ser social el cuál ha fluido en su justa medida, ni más ni menos, he fluido justamente como un buen libra. No me creía capaz de muchas cosas de las que aquí me he dado cuenta, me he descubierto como persona, como amigo, como bailador, como espectador, como alumno, como profesor, en todas mis facetas. Y me tratan con respeto, me miran con ganas de saber por qué conozco tanto de esto, y de lo otro o de por qué explico cosas en momentos que no tienen sentido y aún así esbozan sonrisas, qué majos, verdad?.
Y es que este es mi primer avituallamiento, porque ni siquiera he visto el cartelito al final que diga 'META', porque realmente no sé si eres mi meta o simplemente estás intentando serlo.
Y lo peor de todo es que no sabes que yo ya no corro las carreras para ganarlas...
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