Follamos de manera salvaje durante dos o tres horas, ahora no lo recuerdo bien. Mis músculos estaban más hinchados que nunca, la sangre corría por mis venas a toda velocidad, tus pupilas brillaban como aquella luna de dos mil doce, y tus bragas por el suelo, como siempre hacías.
Te miré y pensé: - joder, quiero vivir eternamente, eso es lo que quiero.
Tu te acariciaste el pelo (porque tú no te lo tocas, te lo acaricias) y me besaste en la frente, de forma fraternal, como solías hacer antaño.
Desayunamos croissants, abrimos la ventana y vimos ese pájaro típico que llamo 'pinguino' le dimos unas migajas de pan, hizo un gesto, yo creo que sonreía, tú dices que las aves con pico no pueden sonreír.
Así, dos o tres días más, hasta que decidí que yo no quiero morir, que si yo encuentro la felicidad, quiero ser eterno. ENE O. ENE O.
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